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CARTA ABIERTA

A la atención de la  Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la Vicepresidenta Primera y Ministra de Economía y Transformación Digital en funciones del Gobierno de España, Nadia Calviño:      

 

CC:  Comisarios Europeos Maroš Šefčovič, Iliana Ivanova, Janusz Wojciechowski, Virginijus Sinkevičius.​​

 

Les hacemos un llamamiento para solicitarles que antes del año 2030 inviertan 25.000 millones de euros en impulsar la producción de proteínas libres de origen animal y hagan que Europa lidere así la transición a esta tecnología sostenible.

 

Estamos ante un momento decisivo en esta revolución tecnológica, una revolución alimentaria sin precedentes desde el surgimiento de la agricultura hace cientos de años. Una revolución liderada por el sector de producción de proteínas de origen no animal. 

 

Y ante esta revolución Europa tiene dos opciones: o invertir inmediatamente y beneficiarse de esa inversión, o quedarse atrás y que sean otros quienes tomen la iniciativa y lideren esta tecnología a nivel mundial.

 

La agricultura actual  es la mayor causa de pérdida de biodiversidad y culpable de hasta un tercio de la emisión total de gases de efecto invernadero, más que todos nuestros coches, aviones y barcos juntos. La mayor parte del daño está causado por la ganadería. Solo ella ocupa actualmente el 26% de la superficie de la Tierra, más que todos los bosques del mundo juntos. Y mientras tanto la guerra, las crisis climáticas y las vulnerabilidades en las cadenas de suministro están provocando  una escasez de alimentos tal  que se está poniendo  en riesgo nuestra seguridad alimentaria.

 

Parece que no hay vuelta atrás en la crisis provocada por nuestra alimentación, ¿pero es así realmente? Al igual que las energías limpias están reemplazando rápidamente a los combustibles fósiles, la producción sostenible de proteínas tiene el potencial de desplazar a las formas más dañinas de agricultura animal, y de hacerlo a una velocidad y escala inimaginables.

 

La producción sostenible de proteínas incluye tres áreas de innovación cruciales: fermentación de precisión (una forma avanzada de fermentación con la que se utiliza la microfibra para producir grasas y sustancias idénticas a las que se encuentran en los productos animales y que pueden ser empleados en la industria alimentaria); carne cultivada (un método en el cual las células animales son ampliadas en un biorreactor para producir tejidos animales reales); y alimentos de origen vegetal (que incluyen desde judías y legumbres integrales hasta leches vegetales, pasando por  hamburguesas, salchichas y filetes de origen no animal).

 

De estas tres áreas mencionadas, aunque la fermentación de precisión es especialmente prometedora, ha sido a su vez la que menos atención ha recibido hasta ahora. Los sectores más innovadores de la industria alimentaria han perfeccionado ahora el antiguo proceso de fermentación para hacer algo muy relevante: producir proteínas que son biológicamente idénticas a las que encontramos en la carne y en los productos lácteos tradicionales. Ahora, trabajando mano a mano con la tecnología microscópica, las empresas de fermentación de precisión tienen aquí, en Europa, la habilidad técnica necesaria como para crear queso libre de origen animal que se derrita como el que comemos ahora, y que huela y sepa exactamente igual. Y mientras tanto, helados, claras de huevo, hamburguesas veganas “que sangran” y otros tantos productos creados con fermentación de precisión ya están llegando al mercado. Y lo que es aún más importante, la fermentación de precisión ya se ha probado a gran escala, pues es el origen del 99% de la insulina que se produce a nivel mundial, y el origen también de más del 80% del cuajo producido y de la gran mayoría de ácido cítrico del mundo.

 

Los beneficios medioambientales y socioeconómicos de la transición proteica son enormes. El cambio hacia las proteínas sostenibles podría reducir hasta en un 92 % los efectos de la carne en el clima. Y las inversiones en esta industria ofrecen el mayor potencial de descarbonización por dólar invertido, por encima incluso que las inversiones directas en energía  limpia. Desde el punto de vista ecológico, al liberar de la ganadería áreas inmensas de tierra, esta transición haría posible recuperar espacio natural a una escala sin precedentes y podría ayudar a recuperar hábitats vitales y reducir los niveles de carbono.

 

Desde el punto de vista económico, una implementación plena de proteínas sostenibles en el sector podría suponer 1,1 trillones de dólares VAB (valor agregado bruto), y crear hasta 9,8 millones de empleos verdes en todo el mundo de aquí al año 2050. Estos empleos verdes serían una oportunidad también para los agricultores, no solo en lo que respecta a producir ingredientes y materias primas de origen vegetal sino también en lo que se refiere a los PES (Payments for Ecosystem Services),  incentivos que se ofrece a los propietarios de tierras a cambio de emplearlas para la mejora del medio ambiente y la recuperación natural. 

 

Pero el mayor beneficio de todos es la resistencia inigualable de las proteínas sostenibles ante las crisis y ante la inestabilidad y fragilidad de las cadenas de suministro de nuestro actual sistema alimentario. Seguramente sea por este motivo por lo que el resto del mundo está rápidamente dando pasos al frente. Países pioneros como Singapur, Canadá, Estados Unidos, Israel, Japón y China están ahora liderando a nivel mundial el apoyo a la I+D y la comercialización de proteínas sostenibles a la par que están adaptando urgentemente sus escenarios legales, fiscales y de etiquetado para facilitar su entrada en el mercado. En Estados Unidos los helados y la leche creados con fermentación de precisión ya están al alcance de los consumidores, y en Singapur la carne cultivada ya ha llegado al mercado.

 

Pero Europa parece haberse quedado estancada en el pasado.  Italia está prohibiendo la carne cultivada, la mayoría de los Estados Miembros está privando al sector de inversión pública…  De nuevo nos estamos quedando atrás. 

 

Los ciudadanos europeos ya han sufrido cómo sus países quedaban a la cola con Internet, con la Inteligencia Artificial y con otras industrias tecnológicas. No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo vuelve a pasarnos lo mismo con la industria alimentaria. La revolución de las proteínas va a llegar, con o sin Europa.  La cuestión ahora es si participamos activamente en esta transformación o si volvemos a quedarnos como meros espectadores pasivos. No podemos mirar hacia otro lado. Con otros liderando ya esta carrera, este es un momento crucial y un asunto de seguridad alimentaria fundamental para Europa. 

 

Es por todo ello que los abajo firmantes les solicitamos que se comprometan urgentemente a invertir 25.000 millones de euros antes del año 2030 para impulsar el desarrollo y la comercialización de la industria de las proteínas sostenibles en Europa. Esta cifra, aunque ambiciosa, representa solo el 5% del compromiso firmado en el Green Deal Investment Plan  de gastar en industrias verdes 500.000 millones de euros antes de 2030. Y no es nada en comparación con los 420.000 millones de euros de los fondos públicos que se prevé gastar a través de la Common Agriculture Policy antes de terminar esta década. Además, esta inversión refleja que las proteínas sostenibles deben tomarse tan en serio como otras tecnologías verdes fundamentales como la eólica, la solar o el hidrógeno, sectores que también se están beneficiando del plan REPower EU y sus 210.000 millones de euros. Con una inversión pública como esa, podemos asegurar que los beneficios de la transición a las proteínas sostenibles se compartirán abiertamente y no serán completamente absorbidos por empresas privadas.


 

Creemos que esta medida, junto con las necesarias adaptaciones regulatorias, fiscales y de etiquetado, van a suponer para la industria alimentaria una revolución imparable. Estamos a tiempo de hacer que la alimentación nutritiva y asequible sea accesible para todo el mundo y, a la vez, generar beneficios ecológicos, climáticos y económicos. Es hora de redescubrir el espíritu innovador y emprendedor de Europa. Es hora de que Europa lidere la revolución de la alimentación.

 

Atentamente,


 

Los abajo firmantes,

 

Apoya nuestra carta abierta

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